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Estimados:
Mons. Jesús Castro.
Miembros del Consejo Consultivo de la Lotería Nacional
Funcionarios e invitados especiales
Compañeros de labores
Amigos todos:

Al agradecerles su asistencia a este importante evento, aprovecho para expresarles algunas cosas que coinciden con lo que aprendí en 1961, sobre la incompatibilidad de ideas o metodologías que se encuentran presentes en cualquier actividad privada como pública, pero que se hacen más evidentes en ambientes tan difíciles como los del juego. Así que, como nos encontramos en una sala de oración, debo ser claro y preciso.

Está claro que el presidente Abinader está interesado en buscarle solución a los problemas que se han arrastrado en el sector de juegos a lo largo de varios gobiernos que provocaron un desorden generalizado, distorsionando de paso el papel de la Lotería Nacional. En esa línea solicitó nuestra colaboración e integró un Consejo Consultivo con 10 extraordinarias y destacadas personalidades en una labor honorífica, encabezado por el arzobispo Francisco Ozoria y la presencia del Obispo Jesús Castro.

Meses después de constituido el Consejo Consultivo, se le entregó al presidente Abinader un proyecto de ley con el objetivo de que a la Lotería Nacional se le devolvieran facultades de fiscalización y control sobre las bancas y las concesionarias. Concentrando en esta institución funciones que en el pasado se transfirieron a otras áreas. Luego de esto, surgieron otros proyectos de ley. Uno del sector de bancas, básicamente referente al régimen de consecuencias y otro del Ministerio de Hacienda, amplio y complejo.

En función de eso, el presidente Abinader instruyó para que se consensuaran y condensaran los tres proyectos en uno solo. Pero debemos recordar que en un proyecto de ley de juegos se tocan intereses de muchos sectores. De las concesionarias; bancas de loterías, sean consorcios, independientes o Fenabanca; de los casinos; bancas deportivas y bancas hípicas. Pero independientemente de las diferencias entre los del sector de juego, debo admitir que en el sector oficial, existiendo eclecticismo, no todos tenemos las mismas ideas ni compartimos las mismas metodologías. Y eso complica y dilata.

Pero además se olvida, que no vivimos en un país con un régimen totalitario donde se imponen las ideas sin tomar en cuenta los demás sectores; sino que disfrutamos de un régimen democrático con un presidente que se caracteriza por crear ambientes de solución a los conflictos. Por tal razón, adoptar determinadas medidas y elaborar y consensuar un proyecto de ley de esa naturaleza, no resulta fácil. Sobre todo, evitando enviar al Congreso un proyecto que pueda durar años de discusión, y el riesgo de que pueda convertirse en un engendro que resulte peor para el Estado, la sociedad y el propio sector de juego.

No puedo terminar sin expresar que, si en ocasiones soy reiterativo y enérgico exponiendo y defendiendo algunas ideas o posiciones que comparto con el Consejo Consultivo, aún no compartidas por otros sectores, lo hago convencido de que
contribuimos con la institucionalidad, la transparencia y el fortalecimiento del gobierno de Luis Abinader. Que además del Consejo Consultivo, es el único con quien personalmente me siento comprometido.

Porque hay áreas de la administración pública, sin que las cabezas principales se den cuenta por sus múltiples ocupaciones y sin que los encargados lo perciban, que están arrastrando lastres del pasado. Y en función de un supuesto control complican y dilatan los procesos. Provocando, no solo irritación en el sector, sino que desde hace tiempo miles de bancas estén operando ilegalmente sin tributar. Lo cual personalmente no comparto. Y es una de las razones por la que desde el año pasado dejé las funciones que realicé por corto tiempo en esas áreas, concentrándome exclusivamente a la Lotería Nacional y en lo autorizado por Decreto o ley.

Puedo estar equivocado en algunos aspectos y que los demás tengan la razón. Pero en realidad ya no tengo espacio ni edad para adherirme a ideas y metodologías que considero erróneas. Aceptarlas se convertirían en un contrasentido.

Expongo esto consciente de que algunos pudieran entender que era innecesario e inoportuno. Pero, al contrario. Porque precisamente en ese escenario de intereses propios de un sector difícil y complicado como el de juegos, y al mismo tiempo con las incompatibilidades de ideas y metodologías propias del eclecticismo, es con lo que tiene que lidiar permanentemente el presidente Luis Abinader. Razón por la cual, debe y tiene que actuar con sumo cuidado, buscando soluciones que beneficien a la colectividad.

Así que, estimados amigos, no se desesperen ni se preocupen. Ni con la ley ni con la Lotería Nacional, porque el presidente Abinader está pendiente de todo y sabrá decidir a su debido tiempo, con su estilo propio. Gracias a todos por acompañarnos en este evento de tanta significación para nosotros.

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